DE LEJOS SE VE MEJOR
En el concierto
de Arcade Fire, descubrí algo que… no es el secreto de la vida eterna, pero si fue
como ¡Uash!
Para mí era uno
de los conciertos más esperados, la banda me encanta y el sitio donde iba a ser
me sugería que podía verlos muy de cerca. Y no me equivoqué. Cuando llegamos
-con un gran amigo- la fila era eterna, pero la asumimos con todo el estoicismo
del caso: tomando cerveza, reprochándome por haberlo hecho sin un baño cerca y
luego corriendo a orinar a una cancha de fútbol 5, pagando $2.000 por un
bizcocho rociado, unas gotas de jabón verde neón y una toalla de dudosa
limpieza. Pero, en últimas el descanso de no haberme tenido que hacer chichi
encima como la vez de... en fin.
En la fila
pensaba “debí ser la primera en llegar, ahora soy la última”, sin embargo, cuando
entramos ¡Ahhhhhh! Quedamos muy, muy cerca, tan cerca que le vi los calzones a
una sonidista y le empecé a coger cariño a Bomba Estéreo. Estábamos muy felices
con mi amigo. Todo pintaba muy bien, salió Arcade Fire y yo veía tan cerquita a
Win Butler que me quería orinar (pero, ya no tenía chichi), la emoción solo me
duró una canción. La gente empezó a correrse para delante, mi amigo mide 1.80
yo 1.60 calculen, me empecé a ahogar, entré en pánico y ahí apareció la lucha
interna ¡cómo no voy a aguantar si me encantannnnnn, maldita sea!, Carolina por
Dios, es un ratico; de todo me dije para soportar, pero la verdad es que no lo
estaba disfrutando y decidí con el dolor de mi alma, salirme de eso.
Iba caminando
hacia atrás y nada mejoraba, miraba a la tarima y veía como ya no veía nada,
seguía empujando a la gente y todos me miraban con cara de: “es la única idiota
que quiere ir en esa dirección” y ahí, iba yo con mi capulito sudado tratando
de llegar al otro lado, haciendo mi mejor cara. Para mí, ese recorrido duró
todo el concierto, pero la verdad solo fueron tres minutos hasta que encontré
el final del VIP, miré a mi alrededor todos en parche y yo sintiéndome tonta, volteé
a mirar y ahí estaba Arcade Fire, más nítido que nunca, lo veía todo mucho
mejor, los disfrutaba más, podía bailar, hasta se escuchaba mejor. Por un
momento olvidé que estaba sola, que ya no estaba con mi amigo, simplemente me
dejé llevar. Al final uno de los músicos se bajó del escenario, pasó justo por
mi lado y todo tuvo más sentido aún. Luego me encontré con mi amigo que también
decidió alejarse para ver mejor, y ambos fuimos felices con más espacio que
nunca.
Si me hubiera quedado no habría sido un gran
concierto (por más gusto que sintiera), si no me hubiera ido claramente no habría
entrado en pánico por perderme de algo, pero si me hubiera devuelto a mitad de
camino, jamás hubiera podido decir que bailé a mis anchas y a mis planas (mis
amigos lo entienden), grité como la de Bomba Estéreo cantando Despacito en los
Grammy y sobre todo fui la más feliz del sitio, estando sola en un lugar donde
nadie lo estaba.
Al final, la vida es un concierto jajajaja. Alejarse siempre nos lleva a ver todo el panorama completo y mucho mejor, nos lleva a descubrir otras cosas, a caminar en otros sitios. Alejarse no es un seguro de que será lo que buscabas, pero quedarse tampoco lo es. Siempre será más cómodo estar donde todos esperan que estés o en el lugar que todos desean, por eso mismo hay que moverse sin pensar si será mejor o peor, solo saber que será distinto. Y distinto no es malo.
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