Estados

No sé si llamarlos de ánimo, porque a veces ni ánimo hay. Subes y bajas de tal forma que olvidas respirar en el camino. Te levantas agradeciendo por el día nublado y luego te entristeces por el sol. Escuchas tu canción favorita, sonríes y luego llega Tom Yorke a decirte: "No mi ciela". Terminas pateándote todo el mix de Radiohead y vuelves al estado, sin ánimo. Sales a enfrentar al sol y te encuentras con que el man te tiene miedo, ya no está. Te alegras por volver al día nublado, miras a tus perros y se te llena el alma. 

De vuelta a la ventana de tu cuarto, te ríes con algún chat, borras otro, esperas uno. Te sientes como Anne Hathaway en Modern Love, pero, la cagada es que no te pareces. Te ríes recreando las escenas mientras en el fondo alguien en Zoom te pregunta si estás de acuerdo y tú aceptas, sin tener la menor idea de lo que están hablando. Cuando lo entiendes te enojas porque no es lo que esperas y te toca arreglarla sin aceptar que no estabas prestando atención. 

Cuelgas. Te levantas. Caminas. Le hablas a tus plantas, esperando una respuesta. Nunca la hay. 

Cuando te enteras ya se fue el sol, el día nublado, las horas, las campañas, los escritos y tú ya has estado en el parque de diversiones, en varios velorios, meditando en el Tíbet, gritando en el palacio de los espejos, abrazando un árbol, arañando paredes, llorando de la risa, llorando sin risa. Miras la hora, respiras la noche, repasas tus paseos y te quedas con el que más te hizo bien. 



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