¡Estar mal está bien!


Desde que tengo uso de razón (pues, desde que trato) la creencia siempre ha sido que estar triste, bajoneado, deprimido, bajo de nota -diría mi mamá- está mal, que si fracasaste en algo no puedes estar triste, que la felicidad TIENE que ser una constante y si demuestras lo contrario eres débil o desagradecido. Pero, por qué no nos enseñan que en lo malo hay cosas buenas, que del dolor se aprende mucho más, por qué crecemos negándonos a sentir tristeza si ella es la que prueba de que existe la felicidad. Ya sé que sonó muy Titanic, pero es en serio los malos momentos nos llevan a grandes decisiones o cambios o comienzos, sentirse mal está bien.

Cuando estás mal tienes sí o sí dos opciones, te hundes con el dolor o tratas de entenderlo y procesarlo. Sin embargo, nos han enseñado a ocultarlo y eso SÍ ESTÁ MAL, obvio uno no va a andar llorándole al señor de al lado en Transmilenio: “imagínese que me reportaron en Datecrédito, le serví de fiador al infeliz y acá estoy sin vida crediticia…” no hasta allá no, pero, tenemos que aprender a ver el dolor con amor, a entenderlo, a voltearlo a nuestro favor, estar mal nos puede llevar a tomar mejores decisiones, a conocernos y entender nuestras distintas reacciones. En el dolor es cuando más aprendes de ti mismo y sabes cómo actuar en el futuro.

Está bien hundirse en el fango, dejar de comer, mirarse al espejo llorando (y no reírse), ver Netflix sin bañarse, preguntarse cada 5 minutos ¿por qué a mí si soy tan buena?, hablar con amigos de cosas chistosas y en medio de la risa llorar de tristeza, escuchar una canción y que te tiemble la quijada, bostezar para disimular las lágrimas, no ponerse delineador porque el llanto viene en cualquier momento y mapache NUNCA. Todo esto está bien por unos días pero, quedarse ahí más del tiempo que a cada uno le toca no es sano, más bien es un poco patético. Hay que hundirse, no para ser condescendientes con uno mismo sino para identificar lo que realmente duele y porqué, cuando sabes eso es más fácil que todo pase y que la próxima vez afecte menos o no lo haga.

Ya sé que es muy fácil decirlo pero vaya hágalo, obvio es difícil y requiere de mucha fuerza interna. Personalmente siempre es mi ego el que da las primeras declaraciones y opta por mandarlo todo a la mierda, literal, pataleta, mensaje de tres páginas, bloqueo, bloqueo, bloqueo, después un poco más de drama, luego respiro me arrepiento de mis últimos 10 minutos de vida y me doy cuenta que si hubiera respirado apenas pasó todo, seguramente: 1. No hubiera hecho el oso y 2. Me hubiera dado cuenta que no dolía o que ya no importaba o que simplemente era cuestión de tiempo para que todo pasara. Pero no, siempre me mandaba como gorda en tobogán, entonces como ya soy consciente de esto lo que hago ahora es que le doy mis primeras declaraciones a mis mejores amigos, les lloro, les escribo “¿por qué el mundo es tan injusto?, ¿por qué me tenían que reportar por el infeliz?” y así sucesivamente, para que ellos me respondan: “Ay Caro no jodas que sabes perfectamente que eso ya no te importaba, escríbeme en 10 minutos cuando hayas respirado” y así lo hago, escribo luego para decirles “es verdad, no es para tanto”. Igual hago el ridículo pero en confianza no afecta tanto.

Siempre habrá dolor pero está en uno voltearlo y convertirlo en fuerza. Conocerse también es importante, solo así te anticipas a ti mismo y empiezas a canalizar lo malo hacia algo bueno. En pocas palabras “no joda que igual todo pasa, todo se calma y todo mejora”.

Comentarios

Entradas populares